Hace poco leí un artículo acerca de los lazos de amistad que se forman en la oficina y que duran para toda la vida. La autora mencionaba que los compañeros del trabajo son como la familia misma ya que, en muchos casos, no se eligen. Y ya sea que congeniemos o no con ellos, nos toca convivir con ellos 40 o más horas a la semana entre compartir escritorio, hacer viajes de trabajo juntos, acudir a eventos juntos y más, al punto de que los vemos más que a nuestras familias y amigos, sobre todo cuando tu familia – como la mía y la de todos los fellows – se encuentra cientos de kilómetros de distancia.

Las amistades que nacen en un trabajo se van formando de a pocos y en diversas situaciones dentro de un mismo espacio. Llegas a conocer a la persona en su faceta más formal como en la menos divertida, cuando están estresados o cuando deben responder a situaciones difíciles, y claro, cuando es momento de un After Office.

Mi primer día en Meridian creo que fue como mis otros primeros días en otros trabajos, una mezcla de nervios, muchas expectativas y muchas dudas, sobre todo de si iba a estar a la altura de la situación. Comencé una semana antes de YLAI 2017, todo pasó muy rápido y no tuve mucho tiempo para aprenderme sus nombres completos o de recordar sus roles o posiciones en la organización, y no imaginaba que tiempo después, iba a compartir algunos de los mejores momentos de mi tiempo en los Estados Unidos [y de mi vida] con ellos. En todo este año no solo me han enseñado y ayudado mucho, también me han acogido dentro de sus famlias, me han hecho vivir cada una de las festividades americanas al máximo, hemos compartido días felices como difíciles, hemos reído y hemos conocido nuevos lugares juntos.

Este post es para ellos, para mi familia y team YLAI, para los que son y los que fueron parte de esta maravillosa experiencia, por todas las historias que hemos creado juntos y por todas las horas de trabajo en D.C., en Atlanta, en Detroit y que, aunque a veces lo olvidamos, son esas horas de trabajo las que han cambiado, para bien, la vida de muchos jóvenes emprendedores de Latinoamérica y el Caribe.